Amor al Dinero
6:10 Porque raíz de todos los males es el amor al dinero.
No se puede nombrar pecado alguno que no se haya cometido para ganar dinero (asesinatos,guerras, prostitución, fraudes de toda clase, divorcios, casamientos por dinero, etc.).
El amor al dinero es una sed insaciable. Ecles. 5:10, “El que ama el dinero, no se saciará de dinero”. Jesús habla (Mat. 13:22) del “engaño de las riquezas”.
El hombre cree que hay mucho poder en el dinero, y hablando humanamente es cierto (Ecles. 10:19, “el dinero sirve para todo”), pero hay muchas cosas que no se pueden comprar con dinero: el amor, la paz, la tranquilidad, el contentamiento. Muchos ricos son muy tristes, y aun cometen suicidio.
El cual codiciando algunos, se extraviaron de la fe (Mat. 13:23). Los que predican son tentados a no predicar en contra del error o el pecado, o no practicar la disciplina, por temor de perder su salario y otros favores de los hermanos. O tienen temor de predicar sobre ciertos temas en una serie de servicios por temor de que no le vuelvan a invitar.
Y fueron traspasados de muchos dolores. – “Como un hombre se traspasa con su lanza, con muchos tormentos. Entre estos tormentos están la inquietud, el aburrimiento, la falta de satisfacción, la tristeza, la envidia. En el bolsillo de un rico que acababa de suicidarse se encontró la suma de US$ 30.000 y una carta que decía en parte: ‘He descubierto durante mi vida que los montones de dinero no dan la felicidad. Me quito la vida porque ya no puedo soportar más la soledad y el aburrimiento. Cuando era un obrero corriente en Nueva York, yo era feliz. Ahora que poseo millones me siento infinitamente triste y prefiero la muerte’ (Citado por W. A. Maier, For Better Not For Worse, Para mejor, no para peor, p. 223).” (GH).
Sal. 16:4, “Se multiplicarán los dolores de aquellos que sirven diligentes a otro dios” (Col. 3:5). El dinero es un buen siervo, pero como maestro es un monstruo. Lc. 12:21-; 16:14; Heb. 13:5.
6:17, “A los ricos de este siglo (en este mundo) manda --
Esto indica que había ricos en la iglesia, aunque probablemente la mayoría de los hermanos no lo eran (1 Cor. 1:26). ¿Quiénes son los hermanos ricos? Todo depende del punto de vista.
Los que tienen más de lo básico (“el sustento y abrigo”) son ricos. Muchos hermanos dicen “pero no soy rico” cuando en realidad son muy ricos. Muchos hermanos que gozan de lo necesario (“el sustento y abrigo”) ven a sus hermanos en otros países y dicen que “son ricos”. Para los que ganan $50 por mes son muy ricos los que ganan $100. Los que ganan $100 por mes son muy ricos los que ganan $200. Para los que ganan $200 son muy ricos los que ganan $400, etc.
En realidad hay muchísimos hermanos ricos en el mundo, y deben tomar muy en serio la enseñanza de Cristo y los apóstoles sobre este tema.
Leemos la historia del joven rico de Mat. 19:25 que salió triste porque tenía muchas posesiones, pero hay muchos hermanos que tienen muchas posesiones. Todos debemos examinar nuestro corazón y reconocer que estamos en el mismo peligro.
Manda que no sean altivos (altaneros, LBLA), v. 17.
No ensoberbecerse por causa de tener “más y mejor”. Al ganar un poco más muchos se ensoberbecen. Se sienten orgullosos (“somos más importantes”) porque tienen “más y mejor” ropa y joyería, zapatos y botas. Tienen mejor casa, mejores muebles, mejor auto. Tienen más dinero para los niños. Ya pueden viajar. Tienen dinero para vacaciones.
Desprecian a los que no tienen. Sant. 2:3. Pero en un momento de tiempo todo puede cambiar. Un accidente nos puede dejar incapacitado, un incendio puede llevar la casa y todas las pertenencias, la pérdida del empleo, o alguna enfermedad nos puede dejar muy pobres y adeudados.
Pero el tener más no nos hace mejores, superiores, o más sabios. Al recibir más uno debe humillarse con gratitud a Dios quien le ha dado lo que tiene, y estar dispuesto a servirle “más y mejor”. Al recibir más, aumentan también las responsabilidades.
También debe recordar que es de muy poca duración la prosperidad material. Muy pronto todo será dejado a otros .
Ni pongan la esperanza en las riquezas,.
Luc. 12:19, “y diré a mi alma: Alma, muchos bienes tienes guardados para muchos años; repósate, come, bebe, regocíjate. 20 Pero Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? 21 Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios”. No depende de nadie, ni del hombre, ni mucho menos de Dios.
No pongamos la esperanza en lo que el dinero y las posesiones materiales puedan hacer por nosotros. El dinero sí logra mucho, pero está muy limitado, pues hay muchas cosas que el dinero no puede comprar (la salvación, la paz, la conciencia limpia, etc.).
Deut. 6:10-12, “Cuando el Señor tu Dios te haya introducido en la tierra que juró a tus padres Abraham, Isaac y Jacob que te daría, en ciudades grandes y buenas que tú no edificaste, 11 y casas llenas de todo bien, que tú no llenaste, y cisternas cavadas que tú no cavaste, viñas y olivares que no plantaste, y luego que comas y te sacies, 12 cuídate de no olvidarte del Señor, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre”.
Dios prospera a sus hijos y en lugar de estar agradecidos y servirle mejor, se olvidan de El y comienzan a confiar en cosas materiales.
Las cuales son inciertas. Prov. 23:5, “¿Has de poner tus ojos en las riquezas, siendo ningunas? Porque se harán alas Como alas de águila, y volarán al cielo”. Tenemos dinero ahora, pero “no sabéis lo que será mañana” (Sant. 4:14).
Job 31:24, “Si puse en el oro mi esperanza, Y dije al oro: Mi confianza eres tú; 25 Si me alegré de que mis riquezas se multiplicasen, Y de que mi mano hallase mucho … 28 Esto también sería maldad juzgada; Porque habría negado al Dios soberano”.
Mar. 10:23, “¡Cuán difícilmente entrarán en el reino de Dios los que tienen riquezas! 24 Los discípulos se asombraron de sus palabras; pero Jesús, respondiendo, volvió a decirles: Hijos, ¡cuán difícil les es entrar en el reino de Dios, a los que confían en las riquezas! 25 Más fácil es pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios”. La expresión “a los que confían en las riquezas” no aparece en La Biblia de las Américas y otras versiones; probablemente es una adición para tratar de explicar este texto. La verdad, sin embargo, es muy clara; es decir, entre más posesiones el hombre tenga, ¡más difícil le será salvar su alma! Es muy difícil que los que tengan posesiones no confíen en ellas.
Sino en el Dios vivo (4:10; 5:5) , que nos da todas las cosas en abundancia para que las disfrutemos.
Como dijo el padre al hijo mayor que se quejaba cuando el hijo pródigo volvió, “todas mis cosas son tuyas” (Luc. 15:31). 1 Cor. 3:21, “Así que, ninguno se gloríe en los hombres; porque todo es vuestro: 22 sea Pablo, sea Apolos, sea Cefas, sea el mundo, sea la vida, sea la muerte, sea lo presente, sea lo por venir, todo es vuestro, 23 y vosotros de Cristo, y Cristo de Dios”. Cuando Dios creó al hombre, ya había creado los cielos y la tierra y todo lo que contienen para el beneficio del hombre. Léase Gén. 1:28-30. Por lo tanto, no debemos confiar en las cosas materiales creadas y regaladas por Dios, sino en Dios mismo, el Creador, nuestro Bienhechor.
La ayuda de Dios no es como la de las riquezas materiales. El es confiable, y hace lo que las riquezas no pueden hacer. Siempre suple lo que necesitamos. Nunca cambia. No nos desampara. La ayuda de Dios no es afectada por el incendio, el accidente, la pérdida del empleo (o negocio). No falla la ayuda de El cuando muere uno de nuestros seres queridos. No nos deja durante la tormenta que nos amenece.
Dios mismo nos prospera. Dios mismo nos hace ricos. Deut. 8:18, “Sino acuérdate del Señor tu Dios, porque él te da el poder para hacer las riquezas”. El nos ama y quiere bendecirnos. El es dueño de todo y El tiene el poder para hacernos ricos. Quiere que disfrutemos de estas bendiciones, pero su gran bondad hacia nosotros debe hacernos poner toda la confianza en El y no en las posesiones que El nos da.
Dios es eterno, pero las posesiones que El nos da son pasajeras
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