En mayor o menor grado todos estamos al tanto de lo que se ha denominado “Teología de la Prosperidad” o “Evangelio de la Prosperidad”. Esta enseñanza es fácil de identificar pues aunque se ramifica en muchos otros elementos, se basa en un razonamiento fácil de entender. Dios es Todopoderoso y dueño de todo, incluso del oro y la plata, los creyentes son hijos de Dios, por lo tanto los creyentes deben tener todo lo que su Padre tiene (oro y plata).
Esta enseñanza que ha sido acogida en general por la mayoría de comunidades cristianas, es desde una perspectiva Bíblica, carente de principios fundamentales justos que la sostengan como una interpretación de la Palabra de Dios consistente. Aún así, se ha introducido hasta la esencia misma de muchos grupos cristianos y debemos preguntarnos el porqué ha sido así. Pero sea cual sea la respuesta, no tiene que ver con presentarse como un sistema de armonía Bíblica que glorifica a Dios, pues es un sistema de interpretación sesgada y que tiene su centro en el hombre mismo.
Como una observación preliminar, creemos que llamar Teología a este pensamiento o mucho más llamarlo Evangelio, es atribuirle un gran nombre que no tiene. Pues la Teología habla de un sistema completo de doctrina, en la que se busca armonizar el contenido Bíblico, teniendo en cuenta toda la información, lo cual este pensamiento no tiene. Además, llamarle a este pensamiento Evangelio el cual nos habla de las buenas nuevas para la salvación del hombre en Cristo, para la gloria de Dios, tampoco identifica su razonamiento. Así que la llamaremos filosofía de la prosperidad material.
Bajo la pregunta ¿Qué está mal con la filosofía de la prosperidad material? Quisiera dar 4 argumentos para comprobar lo que está mal con este pensamiento. Aunque sé que el tema ameritaría un estudio más exhaustivo, solo voy a hacer referencia a 4 principales grupos de errores de esta filosofía. Sírvase tomar estos principios para su meditación.
1. ERRORES HERMENEUTICOS
Entendiendo la hermenéutica Bíblica como los principios de interpretación de las Sagradas Escrituras, las que buscan, por supuesto, extraer el verdadero significado del texto mismo, teniendo en cuenta no solo una parte de la Biblia sino vista en su conjunto de tal manera que esta interpretación no concluya en el sostenimiento de doctrinas que van contravía de la misma Biblia. Así que usamos de la hermenéutica para interpretar correctamente un pasaje Bíblico en armonía con toda la Biblia.
Pero este pensamiento de la prosperidad material, se basa solo en partes de la Biblia, especialmente se sostiene solo en partes del Antiguo Testamento. Como sabemos, su pensamiento toma como referencia ciertos pasajes de la ley, especialmente Deuteronomio y todas las promesas de la tierra prometida a Israel. Toman algunos Salmos y versículos aislados de uno u otro lado. Grandemente se nota la ausencia del Nuevo Testamento, especialmente de los escritos inspirados de Pablo y los dichos del Señor Jesús.
El resultado salta a la vista, un pensamiento torcido, inclinado solo a ciertas verdades y muchas de ellas sacadas de su justo contexto y significado. Así que podemos claramente afirmar que no es una doctrina Bíblica, su sistema no es armonioso, no es un sistema organizado de verdad, sino que se basan en una mezcla de verdades y errores que resulta altamente peligrosa para los que oyen y aceptan.
Al leer 2 Pedro 3: 15 – 17 encontramos la visión del apóstol Pedro inspirado por Dios, acerca de las Sagradas Escrituras. Notemos como sitúa las palabras de Pablo y las llama
Otras Escrituras indicándonos que para dicho apóstol, es necesario prestar atención no solo a una parte de ellas sino a todas ellas. Así es que Pedro tiene en mente no solo algunas partes de la Escritura sino que siente celo por todas las Escrituras que están siendo pervertidas, torcidas por los indoctos. La visión de Pedro está sobre todas las Escrituras y la injusticia que se comete al torcerlas.
Para le época cuando el apóstol Pablo inspirado por el Espíritu del Señor escribió las palabras registradas en 2 Tim 4: 3-4 podemos deducir inequívocamente que un conjunto de verdades llamada sana doctrina era bien conocida y defendida. Esta sana doctrina aun en los albores del cristianismo ya se podía distinguir de lo que no era o no se conformaba a la sana doctrina. Según este texto, la sana doctrina es equiparada a la verdad, note al leer de corrido el texto. Con esto quiero demostrar que la sana doctrina habla de un sistema reconocible de verdad y que se puede distinguir de fabulas. Y ¿Qué quiere decir esto? Que los apóstoles del Señor Jesucristo tenían, reconocían y defendían el conjunto armónico de verdades que llamaban sana doctrina y condenaban la acogida de ‘otros evangelios’.
Ahora sabemos por las mismas Escrituras en el
Salmo 119: 160 que la suma o totalidad de la Palabra de Dios es verdad. Todo esto para concluir preliminarmente así:
Al aceptar el pensamiento de la prosperidad material basado en errores hermenéutico, se ataca la unidad de la doctrina que es llamada Verdad, al perder de vista parte de esta Verdad. Al desunir el sistema de doctrina de la Biblia, al atacar la unidad de la Biblia, no se hace justicia a la totalidad de la verdad y sabemos que verdades parciales o sesgadas pueden ser catalogadas como mentira. Recordemos que Satanás usó las mismas Escrituras para tentar al Señor Jesús, pero el Señor mismo le respondió: ‘Escrito está también’ Mt 4: 7, haciendo justicia a todas las Escrituras.
2. ERRORES MORALES
La Ley moral de Dios, la cual Él mismo dio directamente a su pueblo y que está resumida en los diez mandamientos, nos señalan las demandas de Dios con respecto al hombre en toda época y en toda área de su vida. Esta ley moral se sitúa como las exigencias de Dios a todo hombre, pero principalmente a su pueblo, quien ha sido redimido para andar en buenas obras que Dios mismo preparó de antemano para que su pueblo ande en ellas. La transgresión a esta ley moral es calificada como pecado sea cual sea el principio de la ley moral que haya sido quebrantado.
Ahora note lo siguiente, bajo el pensamiento de la prosperidad material predicada hoy por muchos y creída por otros más, se lleva al individuo a desear las riquezas materiales y a desearlas en exceso, como algo normal. Así que su filosofía continuamente está desafiando al individuo a anhelar las riquezas como plan de Dios para su vida y cada vez a anhelar más y más, a través de varios métodos. No solo el creyente creerá que anhelar y desear prosperidad material en abundancia es plan de Dios para él, sino que se le hará creer que es una muestra de vida cristiana victoriosa.
Su error moral consiste en que precisamente la codicia va en contra de la ley moral de Dios. No importa que se cambien las palabras por palabras como anhelo, deseo, procura, que logran atenuar lo que denuncia la ley moral de Dios vigente para nuestra santificación hoy como hijos de Dios. Mírese la claridad de la ley moral en Éxodo 20: 17.
La ley moral de Dios condena la codicia, el deseo apremiante por algo que no se tiene. La filosofía de la prosperidad material fomenta la codicia del individuo al hacer que anhele fuertemente o codicie bienes materiales para sí. Realmente no hay una diferencia sustancial entre desear, anhelar como ellos lo enseñan y codiciar, que es tener un apatito voraz por algo, de lo que mandan hasta soñar, visualizar, y hasta embarazarse. Solo hay un cambio de terminología, pero finalmente es lo mismo.
Ahora, el apóstol Pablo inspirado, en 1 Timoteo 6:9, no puede hablar más claro al poner el deseo de enriquecerse como algo pecaminoso y que conduce a la destrucción. Note que el deseo de adquirir riquezas está impedido por las Escrituras, no es una opción para el creyente si las desea o no, mucho menos se pone como señal de fe, más bien el desear riquezas se pone como señal de incredulidad y destrucción. ¿Desde cuándo anhelar-codiciar riquezas se convirtió en señal de vida cristiana victoriosa? ¿Cuándo estas palabras perdieron su valor y se convirtieron en su opuesto? Claramente la filosofía de la prosperidad material va en contra de estos principios Bíblicos evidentes.
Por último encontramos que básicamente la codicia es idolatría, lea por favor por sí mismo Colosenses 3: 5 y 6. De esta manera al fomentarse el anhelo-codicia por las cosas materiales también se está fomentando la idolatría en las personas. Así que no solo está filosofía empuja a los individuos a la codicia sino a la idolatría. La ley moral es así quebrantada no velada sino abierta y directamente. Esta filosofía de la prosperidad material inclina al individuo a sus pasiones carnales, de las cuales Cristo les rescató para que no hallaran más su gozo en ellas sino en Cristo. La filosofía de la prosperidad material los trae de vuelta a lugar del cual Cristo les rescató.
Al aceptar el pensamiento de la prosperidad material basado en errores morales, la obra de la santificación y madurez en el creyente, en logar de hacerlo vivir una vida cristiana victoriosa, se ve en gran manera obstaculizada y casi nula por su directo quebrantamiento al deseo de Dios para ellos. Además se da una falsa seguridad de vivir en la fe cuando la verdad se está viviendo en codicias e idolatría, lo que es señal más bien de impiedad no de regeneración espiritual ya que el señor Jesucristo según
Gal 1:4 se dio a sí mismo por nuestros pecados para librarnos del presente siglo malo, conforme a la voluntad de nuestro Dios y Padre, no para volvernos a inclinar a este siglo malo con sus pasiones y deseos.
3. ERRORES PRÁCTICOS
Pero no todo queda en anhelos, deseos y codicias. La filosofía de la prosperidad material influye directamente en la manera como el individuo vive su vida, es decir influye en la práctica. Así, la filosofía de la prosperidad material enseña al individuo a obviar los métodos legítimamente constituidos para la obtención de bienes materiales y a hacer un uso incorrecto de los medios de gracia, además que desenfoca el fin para el cual obtenemos dichos bienes.
Me explico, al enseñarle al creyente que la manera ‘divina’ para la obtención de los bienes materiales es desearlos, visualizarlos, reclamarlos y a usar la oración, la Palabra de Dios, la Iglesia y a Dios mismo para obtenerlos, se deslegitimiza la manera divina señalada por Dios para obtener los bienes materiales. Además, se promueve el utilitarismo de las cosas espirituales para ganar las terrenales. Es decir, se usa hasta a Dios mismo y todo lo que ha puesto para nuestro beneficio espiritual, para los intereses particulares, materiales y codiciosos. Claro, después de conseguirlos su uso tampoco honra lo que la Escritura dice que se deba hacer con ellos. Mirémoslo brevemente.
a. Distorsiona el plan de Dios para la obtención de los bienes materiales. Es decir, esta filosofía materialista, hace confuso y hasta llega a desvirtuar los métodos legítimamente constituidos para la conseguirlos, a saber, el trabajo diligente. De la Palabra de Dios encontramos el verdadero deseo de Dios para la vida de los individuos con respecto a la consecución de los bienes materiales. Le ruego que lea estos textos: Éxodo 20:9; Proverbios 28: 19; 1 Tesalonicenses 4: 11; 2 Tesalonicenses 3: 12; Efesios 4: 28. Claro, es menos trabajoso y halagador para nuestra carnalidad el embarazarnos de ellos y reclamarlos y no trabajar con diligencia para obtenerlos.
b. Hace uso incorrecto de los medios de gracia. Es decir, se le enseña al individuo a recurrir a la oración, a la lectura de la Biblia, a hacer sacrificios espirituales, como la ofrenda, la obediencia, para su ganancia material. Los medios de gracia son usados no para la edificación espiritual ni para fomentar en el creyente la semejanza a Cristo sino para quitar de en medio todo obstáculo que impida el que las bendiciones materiales les llegue.
Es bien distinto santificarse para la gloria de Dios y la edificación de la Iglesia de Cristo, que santificarse para que la bendición de un carro, un empleo y otros no se vea estorbada. Es algo muy distinto orar para orientarnos a los propósitos de Dios que orar para que Dios se oriente a los nuestros. Es distinto leer las Escrituras para crecer en la gracia y el conocimiento de Dios con humildad, que leerlas para pescar de aquí y allá todo lo que refuerce y justifique los deseos desordenados. Es distinto acudir a Dios y a los medios divinamente establecidos para ser útiles en su obra, que
usar a Dios y a los medios para ganar el mundo del cual Cristo nos rescató.
c. Desenfoca el fin por el cual obtenemos estos bienes. Solo basta decir, que los bienes temporales que se nos han otorgado como hijos de Dios, se nos han dado para traer gloria al nombre de Dios, para testificar que tenemos un tesoro en el cielo el cual es digno de invertir nuestros bienes materiales. Es así que aunados a la petición de nuestro Señor Jesucristo que nos enseñó a orar para que su reino venga, también ofrecemos nuestros recursos con el mismo propósito, para su propia gloria.
Nunca la Biblia ampararía la consecución de bienes materiales para enajenar al creyente de perseguir el avance de su reino y hacerlo egoísta y ostentoso. Antes, los bienes materiales nos han sido dados para glorificar a Dios y testificar de su supremacía en todas las cosas. Por ello se nos manda a hacer un uso piadoso de dichos bienes. Nótese estos textos, Romanos 12: 8; efesios 4: 28; 1 Timoteo 5: 8 y semejantes.
Al aceptar el pensamiento de la prosperidad material basado en errores prácticos se ataca el verdadero propósito del hombre que, según las Escrituras y las Confesiones más antiguas, es existir y vivir para la gloria de Dios y gozar de Él para siempre. Basados en este error practico puede que se predique el Señorío de Dios, pero se vive el día a día en el señorío del hombre, porque finalmente todo se orienta hacia él.
Dios ha querido que el hombre se oriente al cielo, no a la tierra. Debemos tomar con seriedad la rotunda negación del Señor cuando advirtió en Mateo 6: 19:
No os hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y hurtan;
4. ERRORES DIDÁCTICOS
Con esto quiero dar a entender, errores con respecto al método de su enseñanza como a su resultado. La enseñanza de la filosofía de la prosperidad que se da a manera de predicación pública adolece de verdadera sustancia espiritual y piadosa, aunque su lenguaje parezca decir lo contrario. Inevitablemente su enseñanza cumple el resultado obvio en los individuos que la enseñan y la creen. Basados en las palabras del eminente predicador contemporáneo podemos afirmar:
1. Se le ofrece el Evangelio al ser humano basados en lo que quieren en su naturaleza caída. La filosofía de la prosperidad no enseña el Evangelio porque lo que hacen es ofrecer a las personas lo que quieren como personas naturales. Piense que nadie tiene que nacer de nuevo para querer ser rico y gozar de bienes materiales abundantes. Y por lo tanto no se tiene que ser convertido para ser salvo por este sistema de pensamiento. Cuando se llama a las personas a venir a Cristo con base en lo que ellos ya quieren como personas naturales, entonces 1 Cor 2: 14 no tiene ningún sentido. Por lo tanto, si se le ofrece a la gente, lo que ellos no consideran como locura en el hombre natural, no se está predicando el Evangelio. Y el ‘evangelio’ de la prosperidad ofrece a las personas lo que quieren como hombres caídos, se los dan y crecen sus comunidades. Mientras que el verdadero Evangelio ofrece a las personas lo que nunca por sus propios medios podrían desear, a Cristo y poner la mira en las cosas celestiales.
2. Conlleva a los individuos a tomar la piedad como fuente de ganancia.
1 Timoteo 6: 5 nos señalan hombres que se han corrompido en su entendimiento los cuales han sido privados de la verdad ¿Qué otra característica identifica a estos hombres despojados de la verdad? Que toman como fuente de ganancia la piedad. Con sus enseñanzas los maestros como sus discípulos resultan tomando los asuntos espirituales, eternos y piadosos por ganancias, al estar cegados frente a las verdades de la Palabra de Dios.
Al aceptar como cierta la filosofía de la prosperidad material, se le da al hombre lo que ellos quieren como hombres caídos y los lleva a usar los asuntos de fe como fuente de ganancia material, alejándolo así más y más de los nobles propósitos de Dios para sus hijos y amarrándolos más fuertemente a los afanes y goces de este mundo.
5. ERRORES DOCTRINALES
Distorsiona no solo parte del Evangelio sino el Evangelio mismo. Esta más bien es una gran conclusión de lo anteriormente dicho, si existe un sistema de pensamiento errado en su interpretación, errado en su moralidad, errado en su práctica, errado en su pedagogía, es un sistema de pensamiento errado doctrinalmente. Por ello la conclusión a la que podemos llegar sin temor es que la filosofía de la prosperidad material es una desviación doctrinal.
Esta filosofía hace que el Evangelio se vea enfocado solo en el ámbito materialista de la vida. El Señor Jesucristo mismo combatió esa idea de vida cuando dijo que la vida del hombre no consiste en la abundancia de bienes que posee (Lc 12: 15). ¿Estamos dispuesto a creerlo? Él Señor mismo se mantuvo firme en la idea que su reino no es de este mundo y que sus servidores no lo procurarían (Jn 18: 36). Pero ¿No es acaso esto lo que hace la filosofía de la prosperidad material tan predicada hoy?
Una doctrina que desvirtúa, cambia y distorsiona por completo el mensaje central del evangelio que según Rom 1:16 y 17 es:
poder de Dios para salvación a todo aquel que cree; al judío primeramente, y también al griego. Porque en el evangelio la justicia de Dios se revela por fe y para fe, como está escrito: Mas el justo por la fe vivirá. Una doctrina que pone al creyente a buscar lo que buscan los gentiles y a desviarse de la búsqueda del reino de Dios y su justicia (Mt 6: 31-33). Una doctrina que ataca directamente al Ser de Dios al hacerlo siervo de los caprichos y codicias del hombre, y deifica al ser humano, no puede ser una doctrina uqe se enseñe o se crea en las comunidades cristianas.
Piense querido lector que al aceptar el pensamiento de la prosperidad material basado en múltiples errores, implícitamente se acepta, la No inspiración plenaria de la Biblia, la inmoralidad en el cristiano, las prácticas pecaminosas contrarias a la Biblia con relación a la vida, un mal concepto de lo que es la fe, la distorsión del Evangelio de Cristo, el señorío del hombre, la disminución del Ser de Dios, un mal concepto de los medios de gracia, la exaltación de la vida materialista por sobre la espiritual y otras.
Así que no es asunto de poca sino de fundamental importancia. No es un asunto de distintivos menores, entre comunidad y comunidad. No solo es un asunto de énfasis o tendencia. Hablamos de un asunto que tiene que ver con el Evangelio que se nos ha encomendado como Iglesia guardar hasta el fin.